La cara y la cruz
La cara y la cruz de la moneda se mesturan en la niñez, durante la convivencia en la escuela. Allí cuando se forja el porvenir, en el aula del saber donde todo es futuro; donde el mirar hacia delante en busca de una meta no regatea en esfuerzos. Es allí donde la bondad y la inocencia caminan de la mano hacia un gran campo rodeado de infinidad de senderos por los que han de seguir una vez terminada la formación. Cada uno ha de tomar un camino diferente, cada cual más sinuoso, difícil y contradictorio; desconociendo dónde y a qué altura se encuentran la "gloria", e ignorando por completo el precipicio de los otros.Pasados los años, llegada la pérdida de la inocencia, las dos caras de la misma moneda recorren el mismo puerto, las mismas terrazas les ven desfilar: arrogantes los unos, y hundidos los otros. Como vencedores y vencidos.
Los fantasmales X5 de cristales tintados se alzan como dioses, y a gran velocidad dan vueltas sin ningún sentido por la zona portuaria, convertida para su uso y disfrute en el paseo de las vanidades. Los otros, los vencidos, en la cruz de la moneda, pasean cabizbajos; como pidiendo perdón por pisar el mismo asfalto.
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