Sala de espera
Más fría que
ninguna. Las almas se hacinan en un espacio donde los suspiros son la música
ambiental, y el insomnio hace mella en unos cuerpos doloridos que se encogen
para dejar espacio a cuantos allí permanecen a la espera. Una sala sin sillones
adecuados donde descansar unas piernas entumecidas, tras largos días, meses de
espera, que se yerguen pesadamente cuando una fría voz anuncia que en breve se
dará información. El silencio se rompe y las almas se agolpan en el corredor de
la esperanza.
Un pasillo donde los corazones laten descompasadamente a medida que van recibiendo la información. Un pasillo gélido, lugar inadecuado, donde se agolpan los enseres de la institución, y las camas se cruzan pidiendo paso entre los corazones que tratan de asimilar algo que las mentes se empeñan en negar.
Un pasillo donde los corazones laten descompasadamente a medida que van recibiendo la información. Un pasillo gélido, lugar inadecuado, donde se agolpan los enseres de la institución, y las camas se cruzan pidiendo paso entre los corazones que tratan de asimilar algo que las mentes se empeñan en negar.
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