martes, 28 de mayo de 2013

Relato: el h. del mal

Batas blancas, trajes oscuros inundan la instalación. Los de traje vienen a inaugurar, y entran por la puerta de al lado donde son recibidos por los de las batas blancas. La otra puerta, la contigua, la del dolor ajeno, no tiene interés... y la falta de recursos para paliarlo no parece de su incumbencia, ellos y los suyos siempre entran por la puerta grande, donde la espera no existe, y el material aparece como por arte de magia. Figurar es lo suyo. Las elecciones están a la vuelta de la esquina, y la investigación de los demás es un trampolín para sus objetivos.
En la puerta de al lado están los que pelean con la muchedumbre desprotegida, ansiosa de encontrar algo donde tumbar sus cuerpos. Ajenos a la fiesta deambulan los que buscan un sanador de almas. Los insultos salpican la impotencia de quienes no son más que peones en su escaque, a la espera de ser manipulados y acusados de absentismo por aquellos que deberían preocuparse en mejorar las condiciones laborales de los más desprotegidos en el tablero de un mundo en el que todos somos necesarios y, mal que les pese a sus señorías, donde nadie es imprescindible.

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